Se acaba el 2014
y deja, para los anales del movimiento LGBTQ español, sucesos que, sin riesgo
de exagerar, podemos calificar de históricos. A 2014 lo recordaremos por las
nuevas conquistas, muchas de las cuales eran impensables hace apenas unos años.
Pero, también, por los muchos sinsabores que nos recuerdan que la agenda por
los derechos LGBTQ está tan vigente como el primer día y que la lucha debe
continuar con el mismo afán.
Digo histórico
y pienso, ¡cómo no!, en la recepción que los reyes Don Felipe y Doña Letizia
ofrecieron, en junio, a representantes de distintas entidades sociales: por
primera vez miembros de organizaciones de gays, lesbianas, bisexuales y
transexuales fueron recibidos por nuestros jefes de Estado. Y esto en lo que
alguna vez fue la residencia oficial de Francisco Franco, que criminalizó y
hostigó a los homosexuales a través de la Ley de Vagos y Maleantes.
En febrero, el
Congreso de los Diputados declaró, por unanimidad, al 2014 “Año por elreconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBT” y condenó la
persecución y criminalización del colectivo en cualquier lugar del mundo.Ese
mismo mes, en Madrid,la apertura del centro social de la Fundación 26 deDiciembre, orientada a atender las necesidades de nuestros mayores,uno de los
colectivos LGBTQ más vulnerables y abandonado, hacía realidad un sueño
largamente esperado. La fiesta del orgullo reunió en julio a más de un millón
de personas en las calles de Madrid y volvió a ser la manifestación más
multitudinaria a nivel nacional, muy a pesar de los ya tradicionales intentos
de sabotaje por parte del gobierno regional: fue un nuevo pulso contra los
prejuicios oscurantistas de algunos cargos políticos en el que la dignidad,
como dijimos en su momento, volvió a ganar.
Desde
Andalucía, y algo después Canarias, 2014 trajo buena luz sobre la población
transexual, al aprobarse en sus respectivos parlamentos leyes que despatologizan
la transexualidad e intentan garantizar los derechos del que ha sido, por
ignorancia y prejuicios, el grupo más olvidado y discriminado. Madrid, en
cambio, fue la nota discordante al bloquear el Partido Popular (PP), en mayo,
la tramitación de la proposición de Ley “reguladora del derecho a la identidad de género y a su libre desarrollo sin discriminación”.
En octubre
Cataluña marcó un hito al aprobar, con los votos en contra del PP, la “Ley de
derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGTB) y
para la erradicación de la homofobia, la lesbofobia y la transfobia”. A ésta
precedió, en abril, una norma en Galicia contra la discriminación
cuyo texto final terminó siendo, más que una ley, una declaración de principios
sin mayores posibilidades de trascendencia, al quedar eliminadas las sanciones propuestas
en el proyecto original por presiones del PP. A nivel nacional, y gracias una
vez más al bloqueo del partido de gobierno, ni la propuesta para impulsar una “Ley
integral contra la LGTBIfobia y por el respeto a la diversidad sexo-genérica” ni
la de una Ley integral de transexualidad llegaron a buen término.
En 2014, la
crisis económica continuó sirviendo de excusa para cercenar derechos a la
población LGBTQ, especialmente en lo que se refiere a atención socio-sanitaria.
Así por ejemplo, en el mes de noviembre se oficializó la exclusión de las
mujeres sin pareja varón en los servicios de reproducción asistida del Sistema Nacional de Salud. Por su parte, los recortes continuaron afectando a buena
parte de la población diagnosticada con VIH y a las necesarias campañas de
información y prevención.
A mediados de
diciembre, el Ministerio del Interior presentó el primer protocolo de actuación
policial para erradicar la discriminación y la violencia por delitos de odio.
Es nuestro deseo que ésta sirva para luchar de forma más efectiva contra este
tipo de actos que, de acuerdo a cifras del propio organismo –presentadas por
primera vez este año-, se ceba con especial saña sobre las minorías sexuales:
de un total de 1.172 incidentes registrados en 2013, 452 fueron por causa de la
orientación o identidad sexual de la víctima. Todo parece indicar que 2014
cerrará con un incremento importante de estos ataques: durante todo el año nos
han llegado noticias de agresiones, algunas de tal gravedad que han requerido
de intervenciones quirúrgicas o han dejado, además de las psicológicas,
secuelas físicas permanentes. Han ocurrido, incluso, en el propio barrio de
Chueca, corazón de la vida LGBTQ de Madrid.
Estos ataques
representan, para quienes día a día luchamos por un mayor respeto a la dignidad
humana, la parte más macabra del balance. La que, en la España de 2014, no
debería ya aparecer. Pero está allí, haciendo sonar las alarmas, no para
atemorizarnos y hacernos renunciar a nuestros derechos (como seguramente es la
intención de más de uno de los atacantes) sino para recordarnos, una vez más,
que aún en tiempo de cosechar lo trabajado, la lucha continúa. Desde el Servicio de Información de COGAM seguiremos, en 2015, aportando nuestro granito de arena
en esa descomunal batalla por un mundo más humano, más digno y respetuoso con
la diversidad.
Por Moisés Martín
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