El paso del tiempo nos afecta a todxs.
Durante buena parte de nuestra vida somos jóvenes y productivxs, premiadxs por
una sociedad que valora nuestra buena salud y atractivo sexual. Después llega
la tercera edad y nos volvemos invisibles. No practicamos sexo y con lo mínimo
para subsistir tenemos suficiente.
En la última fase de la vejez llega la durísima dependencia. Los heterosexuales suelen contar con la familia tradicional, integrada por padre, madre e hijos. Los LGTB+ tenemos menos opciones. A veces, la residencia de ancianos es la única alternativa posible, a pesar de la homofobia que habita allí.
Por una parte los trabajadores del
centro pueden considerarnos enfermxs, negarse a atender nuestras necesidades
básicas de forma apropiada (por ejemplo, negándose a bañarnos si nuestro sexo
ha sido reasignado, o a vestirnos de acuerdo a nuestros gustos y preferencias).
Incluso pueden llegar a hacer pública nuestra orientación sexual.
Por otro lado nuestros compañerxs
residentes, con una educación sexual sesgada y deficitaria, pueden esforzarse
en maltratarnos y mantenernos aisladxs. Otros simplemente se verán molestos de
tenernos cerca ya que nuestras biografías sexuales se alejan de la
heteronormatividad.
Una vez dentro de la residencia es
probable que una depresión o ansiedad desorbitada llame a nuestra puerta. Por
desgracia, el riesgo de mostrarnos cómo somos nos lleva a mantenernos en el
armario o a la humillación de tener que volver a ocultarnos, habiendo tenido en
episodios más tempranos de la vida la valentía para expresar públicamente
nuestros gustos.
La soledad aparece: no tenemos a nadie
con quien hablar de nuestros sentimientos y recuerdos. Precisamente en un
momento vital en el que creemos que la felicidad es estar con los nuestros y
tener las mínimas complicaciones. Una fase en la que anhelamos lo esencial de
la vida sintiéndonos comprendidos y protegidos, sin críticas, sin insultos
clásicos como “maricón de mierda” o chistes sobre nuestra condición.
Con este objetivo la Fundación 26 de Diciembre ha iniciado un proyecto de Residencia y Centro de Día especializada en personas mayores LGTB+. La Fundación no busca crear un gueto, sino nuestra felicidad. Formamos parte de una maravillosa diversidad que debe ser respetada.
El Centro “Josete Masa” acogerá a
personas del colectivo que se encuentren en situación paliativa, de dependencia
o de fragilidad. Siempre tratando de dignificar nuestros últimos momentos de
vida.
Esta buena noticia no debe llevarnos a
olvidar de que se trata de un caso único. La generalización de estas
residencias LGTB+ en España y Europa no parece posible. Debemos luchar por
nuestra integración en el resto de centros con todos nuestros derechos. La
administración debe conseguir la adecuada formación en diversidad de todo el
personal y la realización de talleres con los propios residentes, quedando los
prejuicios despojados para siempre.
Fran
Voluntario en Información LGTB+
Es una gran noticia, que seguro que hará plantearse a las diferentes administraciones la formación de personal libre de prejuicios.
ResponderEliminarEnhorana a todxs.
Felicitaciones y que todo salga maravilloso.
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