Quedan apenas unos días para que
vuelva a tener lugar en Madrid la mayor Manifestación que se convoca en nuestro
país y una de las mayores de Europa, la del Orgullo de lesbianas, gais,
transexuales, y bisexuales.
Y con esta certeza quiero
relatar mi experiencia, mi visión de cómo ha evolucionado el Orgullo y la
Manifestación desde la primera vez que participé en ella.
En la primavera de 1993
leyendo un artículo en ELPAÍS sobre Entender en Positivo vi que había un
colectivo gay llamado COGAM que tenía su sede en la calle Carretas y me decidí
a pasarme por allí, para colaborar en lo que fuese necesario.
Ingenuo de mi, con mi
armario bien armado, llegué, me hice socio, pero no hice más. Eso sí, empecé a
frecuentar el colectivo, necesitado de hablar con personas como yo, y poco a
poco fui participando.
En ese año 1993, si mi
memoria no falla y no lo aseguro, la Manifestación que organizaba COGAM discurrió
entre la Plaza de Santo Domingo y la Puerta del Sol. Éramos cien, doscientas
personas, trescientas, no sé la cifra, pero si sé que quienes lo hacíamos
suponíamos una nano partícula de la sociedad civil en el Madrid de ese año, por
aquello de la afluencia se entiende. Yo
no tenía experiencia previa y me sentí satisfecho, incluso no tuve tentaciones
de llevar careta o algo que me ocultara de terceros, lo cual me sorprende
porque nunca he sido muy “valiente”.
En los siguientes años,
la Manifestación bien por ese mismo recorrido bien por la calle Carretas,
siguió en una tónica muy reivindicativa y no tan numerosa, pero yo ahí
orgulloso de defender mi existencia como
persona, como ciudadano, algo que la sociedad sistemáticamente me había
intentado hacer renunciar. Porque sí, el orgullo para mi es el triunfo de la
dignidad, de la autoestima, del quererte a ti mismo, y si tú no te quieres,
difícilmente vas a vivir plenamente.
En la Manifestación,
siempre desde mi percepción, hubo un punto de inflexión que fue el cambio de
recorrido. El pasar de calles estrechas a recorrer la calle Alcalá, seguidos
por los antidisturbios, supuso dar una visibilidad que hasta entonces creo que
no habíamos tenido. El recorrido facilitaba que participara mucha más gente y
poco a poco la Manifestación se hizo un hueco en el Madrid de los noventa.
Lógicamente la decisión
de hacer Estatal la Manifestación del Orgullo supuso su empujón definitivo y lo
demás es Historia, con H mayúscula, porque su éxito incontestable catapultó
nuestras reivindicaciones hasta niveles que yo personalmente no hubiera
imaginado.
El participar en esta
Manifestación es algo consustancial para mi, defender mis derechos, reivindicar
lo que creo que es justo, y divertirme, porque sí, aunque la gente no lo crea
hay tiempo para todo, para la reivindicación y el activismo y para el
cachondeo.
Y la Manifestación tiene
que seguir creciendo, manteniendo su nivel de exigencia, porque es nuestro
principal altavoz, desde donde todo el mundo nos escucha, y hay que seguir
aprovechándolo.
Me despido, felicitando y
dando las gracias a las voluntarias y voluntarios de COGAM y FELGTB por seguir trabajando
por el éxito de la mayor Manifestación, la del Orgullo de lesbianas, gais,
transexuales, y bisexuales.
Leyes
por la Igualdad Real ¡Ya!
Agustín López Lozano
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